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    Marketing específico para salones de belleza (III)

    Marketing para salones de belleza

    SEDUCCIÓN

    Ya nos hemos dado cuenta de lo importante que es el cliente para nuestra realización profesional, para dar vida a nuestro proyecto empresarial y, evidentemente, para nuestra “subsistencia”, así pues tenemos muy claro que dedicamos todos nuestros esfuerzos a “seducir” a nuestros clientes, principalmente a los que ya son usuarios de nuestro trabajo. No olvidemos que cuesta 25 veces más conseguir un nuevo cliente que mantener uno que ya es habitual.

    ¿Cómo seremos capaces de mantener viva la ilusión, la confianza de nuestro cliente en nuestro trabajo? Sólo hay una posibilidad: la SEDUCCIÓN.

    Y, ¿Por qué? Pues porque si nos mantenemos exclusivamente ofreciendo un buen servicio, con toda la profesionalidad de que somos capaces, con unas instalaciones intachables, cómodas, ofreciendo unos productos de la mejor calidad, con unos precios correctos, todo esto es exactamente lo mismo que nuestro cliente encontrará en nuestra competencia y debemos luchar con todas nuestras fuerzas, dedicar el máximo esfuerzo a mantener el cliente fiel a nuestra casa.

    Así pues, queda claro que la única forma de distinguirnos, ser diferentes, que nuestra/o cliente observe algo que le atraiga a nuestra casa y no oiga los “cantos de sirena” de nuestra competencia, es aplicar técnicas seductoras que fidelicen y conviertan en “compañeras/os incondicionales” a nuestros clientes.

    Debemos aplicar unas estrategias que atraigan a nuestro cliente hacia nosotros, debemos aportarle constantemente la sorpresa agradable y atrayente, la emoción de la novedad que le mantiene expectante de que nuevo y excitante vamos a proponerle.

    Estamos obligados a mantenernos permanentemente al día de todo cuanto puede interesar o resultar atractivo para nuestra clientela. No podemos permitirnos el que nuestra clientela sea la que lleve a nuestra casa las propuestas que ha oído, que ha leído, que han aparecido en el sector, en el mercado. Nosotros debemos dirigir nuestra relación con el cliente manteniendo su interés hacia nosotros, Debemos darle a conocer todo cuanto acontece y nuestra recomendación de lo que le interesa y lo que no le interesa, evidentemente razonando nuestras recomendaciones. El cliente debe estar plenamente convencido de que siempre recibirá de nosotros la “receta” de lo mejor para él/ella. (Por cierto de recetas hablaremos en un próximo capítulo).

    Y para poderle seducir está claro que debemos conocerle y es por esto que aplicamos lo que hemos comentado en los anteriores capítulos. Ahora vemos que el haber escuchado nos permite, no tan sólo conocer sus necesidades para ayudarle profesionalmente, sino que también nos permite disponer del conocimiento suficiente para establecer en cada caso la estrategia de seducción que le fidelice hacia nosotros.

    No olvidemos que la seducción es producto de una “química” que hemos elaborado para obtener el objetivo que nos hemos marcado. Debemos ser serios y respetuosos, nunca caer en la facilidad del peloteo o en la utilización en nuestro beneficio de “debilidades”. El cliente, al igual que nosotros, es humano y por lo tanto inteligente y con toda seguridad una estrategia que delatará un resquicio de peloteo, nos conduciría al resultado negativo totalmente opuesto al que pretendemos.

    El conocimiento de nuestro cliente nos debe permitir anticiparnos y hacerle propuestas “seductoras” personalizadas que le causen la emoción de la novedad que debe añadirse a nuestra profesionalidad. Esto fidelizará a nuestro cliente y nos aportará nuevos clientes de la mano de los muy satisfechos.

    RECUERDA: ESCUCHA Y ESCRIBE, Y LUEGO SEDUCE